jueves, 28 de diciembre de 2017

VENGANZA CIEGA (Out For a Kill, 2003)


Uno de los peores títulos de la filmografía de Steven Seagal es sin duda este pobre e infame thriller de acción confeccionado para el mercado del vídeo en el que el aikidoka da vida a un gángster reformado y reconvertido en profesor de arqueología al que le tienden una trampa mientras realiza unas excavaciones, acabando con sus huesos en prisión. Al salir, como es habitual en estas tramas, jura venganza acabando con todo un batallón de mafiosos. Algo completamente rutinario, sin sorpresa alguna, que sirve únicamente para regocijar a todos los detractores del protagonista de “Alerta máxima”.

Llena de defectos desde el inicio, podemos distinguir, por ejemplo, un montaje descuidado lleno de insólitas elipsis, una realización plana que llega a aburrir y, sobre todo, un guión demasiado tradicional plagado, eso sí, de algunas líneas de guion que llaman la atención de cualquiera. Citando dos de ellas, memorable es el momento en que un jefe de policía habla con su compañera y sentencia aquello de “si ese tipo es inocente, el Papa lleva tanga” (sic). Por otro lado, también celebre es la escena en que Seagal tiene a uno de sus enemigos agarrado del cuello y con absoluta normalidad le pregunta “¿quien mató a mi mujer, capullo?; el pobre diablo contesta y acto seguido nuestro protagonista le rompe el pescuezo. De todos modos, la escena sirve para resumir la tónica del largometraje en lo que se refiere a la interpretación de Steven Seagal. Y es que, si cierto es que en el pasado estuvo correcto a las órdenes de realizadores como Andrew Davis, Dwight H. Little o Andrezj Bartkowiak, aquí al trabajar con un cineasta algo impersonal como Michael Oblowitz lo que se consigue es una actuación del todo obtusa y sin gracia, colocando la misma cara al enterarse de la muerte de su ayudante que cuando le confiesa a su esposa “soy feliz”. Menos mal que de vez en cuando el actor regala a sus antiguos seguidores las obligatorias secuencias de artes marciales, bien desarrolladas en su mayoría, pero poco destacables al estar ubicadas dentro de un producto a todas luces deficiente.   

Puntuación: 2/10

martes, 26 de diciembre de 2017

EL LÁTIGO MÁGICO (Sen blain, 1986)



Diminuto clásico chino de la década de los 80 protagonizado por un joven granjero especializado en soja que, además, posee una larga trenza con la cual combatir contra todos aquellos que le humillan. Se trata pues de una cinta de artes marciales construida en base a la peculiaridad referida a un atributo físico del personaje principal -algo similar a lo ocurrido en títulos como “El luchador manco” o “Los maestros tullidos”, por ejemplo- pero que por desgracia no va mucho más allá ya que, aunque la trama trate de introducir una historia de amor entre el héroe y una joven, o, ya casi al final del metraje, el guión vire hacia derroteros de batallas entre el territorio asiático y el ejército extranjero, la película peca de apoyarse en exceso en la virtud de la figura estrella, sin ser algo tan atractivo para el espectador, por mucho que así se nos intente vender. Con todo, su ritmo veloz, sus peleas no del todo desdeñables y su buena puesta en escena -el tratado lumínico, oscuro y a ratos tenebroso, es un valor a tener muy en cuenta, pues dota todo de un aire mágico sin duda cautivador- hacen que su visionado se convierta en una distracción inocente. Sorprende, eso sí, que el filme arrastre, como decíamos al inicio del texto, cierto culto dado que, sin ser “El látigo mágico” una película nefasta, tampoco destaca entre otros títulos semejantes de idéntica nacionalidad.  

Puntuación: 4/10