domingo, 31 de diciembre de 2017
jueves, 28 de diciembre de 2017
VENGANZA CIEGA (Out For a Kill, 2003)
Uno de los peores títulos de la
filmografía de Steven Seagal es sin duda este pobre e infame
thriller de acción confeccionado para el mercado del vídeo en el
que el aikidoka da vida a un gángster reformado y reconvertido en
profesor de arqueología al que le tienden una trampa mientras
realiza unas excavaciones, acabando con sus huesos en prisión. Al
salir, como es habitual en estas tramas, jura venganza acabando con
todo un batallón de mafiosos. Algo completamente rutinario, sin
sorpresa alguna, que sirve únicamente para regocijar a todos los
detractores del protagonista de “Alerta máxima”.
Llena de defectos desde el inicio,
podemos distinguir, por ejemplo, un montaje descuidado lleno de
insólitas elipsis, una realización plana que llega a aburrir y,
sobre todo, un guión demasiado tradicional plagado, eso sí, de
algunas líneas de guion que llaman la atención de cualquiera.
Citando dos de ellas, memorable es el momento en que un jefe de
policía habla con su compañera y sentencia aquello de “si ese
tipo es inocente, el Papa lleva tanga” (sic). Por otro lado,
también celebre es la escena en que Seagal tiene a uno de sus
enemigos agarrado del cuello y con absoluta normalidad le pregunta
“¿quien mató a mi mujer, capullo?; el pobre diablo contesta y
acto seguido nuestro protagonista le rompe el pescuezo. De todos
modos, la escena sirve para resumir la tónica del largometraje en lo
que se refiere a la interpretación de Steven Seagal. Y es que, si
cierto es que en el pasado estuvo correcto a las órdenes de
realizadores como Andrew Davis, Dwight H. Little o Andrezj
Bartkowiak, aquí al trabajar con un cineasta algo impersonal como
Michael Oblowitz lo que se consigue es una actuación del todo
obtusa y sin gracia, colocando la misma cara al enterarse de la
muerte de su ayudante que cuando le confiesa a su esposa “soy
feliz”. Menos mal que de vez en cuando el actor regala a sus
antiguos seguidores las obligatorias secuencias de artes marciales,
bien desarrolladas en su mayoría, pero poco destacables al estar
ubicadas dentro de un producto a todas luces deficiente.
Puntuación: 2/10
martes, 26 de diciembre de 2017
EL LÁTIGO MÁGICO (Sen blain, 1986)
Diminuto clásico chino de la
década de los 80 protagonizado por un joven granjero especializado
en soja que, además, posee una larga trenza con la cual combatir
contra todos aquellos que le humillan. Se trata pues de una cinta de
artes marciales construida en base a la peculiaridad referida a un
atributo físico del personaje principal -algo similar a lo ocurrido
en títulos como “El luchador manco” o “Los maestros tullidos”,
por ejemplo- pero que por desgracia no va mucho más allá ya que,
aunque la trama trate de introducir una historia de amor entre el
héroe y una joven, o, ya casi al final del metraje, el guión vire
hacia derroteros de batallas entre el territorio asiático y el
ejército extranjero, la película peca de apoyarse en exceso en la
virtud de la figura estrella, sin ser algo tan atractivo para el
espectador, por mucho que así se nos intente vender. Con todo, su
ritmo veloz, sus peleas no del todo desdeñables y su buena puesta en
escena -el tratado lumínico, oscuro y a ratos tenebroso, es un valor
a tener muy en cuenta, pues dota todo de un aire mágico sin duda
cautivador- hacen que su visionado se convierta en una distracción
inocente. Sorprende, eso sí, que el filme arrastre, como decíamos
al inicio del texto, cierto culto dado que, sin ser “El látigo
mágico” una película nefasta, tampoco destaca entre otros títulos semejantes de idéntica nacionalidad.
Puntuación: 4/10
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