El cineasta tailandés Wych
Kaosayananda, apodado en el gremio como Kaos, vuelve a hacer honor a
su apodo y nos ofeece en esta “Tolerancia cero” un re-montaje de
su película “Angels”, título de 2012 que al parecer no conoció
estreno fuera de los países asiáticos. Los productores pensaron que
aquel metraje se podía salvar incorporando a unas cuantas estrellas
internacionales del cine de acción de serie B; dicho y hecho,
contrataron a Scott Adkins y a Gary Daniels y añadieron al guión
nuevos personajes con la intención de hacer que la historia poseyera
un carácter más mainstream. ¿Resultado? Este monstruo
estrenado en 2015 que no hay por donde cogerlo y que ni siquiera
posee el encanto freak que pudiera tener una vil bruceploitation
(por poner un ejemplo).
Johnny (Dustin Nguyen, intérprete
siempre recordado por su papel en la serie “Nuevos policías”) es
un policía vietnamita cuya hija, Angel (una prostituta que se escapó
de casa cuando era niña), acaba de morir en las calles de Tailandia.
Con la ayuda de un amigo del cuerpo de policía de Bangkok, Johnny
comenzará una investigación por el circuito criminal tailandés
para encontrar a los asesinos de su pequeña; en su camino se cruzará
Steven (Adkins), el novio de Angel con cierta relación con el
sindicato del crimen.
Aunque lo dicho en el inicio de la
reseña pueda dar a entender que el principal problema de la película
sea su caótico montaje debido a diferentes re-escrituras de guión,
lo cierto es que si el filme no funciona se debe a diferentes
motivos: el primero y más importante es un desarrollo en todo
momento errático, pues la historia deja de interesar al poco de
arrancar tal vez debido a la falta de entrega por parte de Dustin
Nguyen: su apatía parece poder contagiarse más allá de la
pantalla, un error muy probablemente debido al caos fílmico de la
propuesta, pues en el pasado del actor pueden encontrarse varios
títulos interesantes. Y aunque las secuencias de tiroteos no están
mal resueltas, no puede decirse lo mismo de las escenas con artes
marciales, muy escasas e insatisfactorias, destacando (desde un
ángulo negativo) el denominado momento más esperado del filme, el
combate cuerpo a cuerpo entre Nguyen y Scott Adkins que acaba por
convertirse en un pasaje breve e inocuo dentro de una narración por
la que el espectador ha dejado de sentir interés. Y al final, cuando
se descubre la identidad de los asesinos, nuestra atención ha pasado
a otros temas. Prescindible, aunque inofensiva, únicamente
recomendable para aquellos interesados en la filmografía de Scott
Adkins. Y en cuanto a Gary Daniels (que ya había trabajado con Kaos
en “Tekken: a man called X” de 2014), su rol es más bien
anecdótico, dando vida a un gángster que le proporcionará cierta
información importante al protagonista. Su presencia es pasajera y
apenas altera el resultado final del producto. Lástima.
Puntuación: 2/10
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