lunes, 5 de febrero de 2018

LA MÁSCARA DE LA MUERTE (Mask of death, 1996)


La técnica del transplante facial ha servido como base en multitud de películas a lo largo de la historia del cine. Sin pensar demasiado, podemos recordar “Cara robada” (1952) de Terence Fisher, “Jail Bait” (1954) de Ed Wood o, más recientemente, “Cara a cara” (1997) de John Woo. Es un tema que, bien empleado, invita a la construcción de una trama interesante, a la vez que permite la posibilidad de combinar diferentes géneros en una misma trama. De terror al thriller, de la ciencia ficción al drama, pasando si se quiere a la sátira o la parodia. Así no debe extrañar, en absoluto, que el cine de serie B destinado a los videoclubs en los años noventa quisiese acercarse al mentado método ya que regala la ocasión de introducir al action-hero de turno en una trepidante aventura llena suspense, equívocos y venganzas. Es el caso de “La máscara de la muerte”, cinta de acción protagonizada por Lorenzo Lamas.

La sinopsis podría resumirse del siguiente modo: Jason McKeena es un buen policía que en una operación contra el mafioso Mason pierde a su esposa y a algunos de sus compañeros. Mason también fallece en la maniobra, circunstancia que los altos dirigentes de la ley deciden emplear urdiendo un insólito plan: aprovechando el parecido físico entre McKeena y Mason, el agente se somete a una operación de cirugía plástica, adoptando la forma del gángster y así introducirse en la organización criminal con el fin de desmantelarla desde dentro.


Con un planteamiento tan simple como efectivo, el cineasta David Mitchell construye esta epopeya en la que Lamas, además de lucirse como artista marcial, puede demostrar a sus fans que es capaz de interpretar dos registros diferentes en una misma película. El resultado, lejos de ser una obra maestra, ni tan siquiera un filme para tener de referencia en el género de acción, es al menos lo suficientemente entretenido como para que el espectador poco riguroso pase un rato grato con su visionado. No es de lo mejor de Lamas, ni mucho menos -son muy superiores sus gestas dentro del subgénero de torneos de lucha, “Final Impact” (1992) o “Gallo de pelea” (1991), por ejemplo-, pero tampoco es tan aberrante como otros títulos interpretados por el actor. Junto a él, dos presencias muy interesantes, por un lado Billy Dee Williams (inolvidable Lando Calrissian en el universo “Star Wars” o Harvey Dent en el “Batman” de Tim Burton) y la siempre genial Rae Dawn Chong (“En busca del fuego” [1981], “Beat street” [1984], “Crying Freeman” [1995], “El gato infernal” [1990]...).  

Puntuación: 5/10

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