martes, 30 de julio de 2013

STREET FIGHTER: la última batalla (Street fighter,1994)



Cuando era mucho más joven me apasionaban los videojuegos de peleas: Art of fighting, Killer Instinct, Double Dragon o Fatal Fury se encontraban entre mis favoritos (por citar sólo algunos). Y por encima de todos estaban los de Street Fighter. Sin temor a equivocarme puedo asegurar que esta saga creada por Capcom es la que más alegrías me ha otorgado en aquellos momentos en que jugaba con mi Super Nintendo o acudía a las recreativas con mis amigos. Street Fighter era más que un juego de peleas. La trama sobre combates semi-clandestinos en los que participaban los mejores luchadores del mundo se me antojaba deliciosa. Cada personaje escondía tras de sí una historia personal, indicando su motivación a querer competir  en un torneo cuyo villano final era Vega (M Bison en la versión europea), una especie de dictador demoniaco líder de una banda terrorista conocida como Shadaloo. Los personajes son bien conocidos, pero mencionemos algunos: Dalshim (quien se apuntaba al torneo para ganar dinero y poder alimentar a los suyos), el actor Fei-Long (siempre en busca del combate perfecto) o  T. Hawk, quien buscaba venganza, pues Shadaloo había arrasado su poblado. Ryu, era mi personaje favorito, pues aparte de representar al luchador perfecto, se había inscrito en el torneo con el único objetivo de continuar con su aprendizaje. Para él, cada lucha representaba un paso más hacia el camino de la perfección, un estado al que probablemente nunca llegará.   
 
En 1994 Hollywood, consciente de los millones de fans que poseía el juego alrededor del mudo, decidió realizar una película sobre el tema. Y el desastre fue MAYÚSCULO. El por qué la adaptación al cine fue tan horripilante tiene una respuesta muy muy muy sencilla: los responsables del proyecto no tenían ni la menor idea del material con el que estaban tratando. Muchos lectores creerán que esto se trata de una suposición mía y que sencillamente pensaron en hacer su propia versión, pero no es cierto, existen pruebas, y para demostrarlo, incluyo un párrafo que aparecía en el número 207 de la excelente (y tristemente desaparecida) revista DOJO1.  En él, leíamos como el director y guionista Steven E. De Souza (guionista, OJO de verdaderas joyas como La jungla de cristal-1988 o Perseguido - 1987) sentenciaba unas declaraciones que deberían ser enmarcadas:            
En el videojuego lo único que hacen los personajes es pelear y gruñir, son planos y bidimensionales, no se sabe nada de su carácter, ni de sus hobbies, simplemente no hay historia. Me tuve que inventar todo un argumento inspirándome tan sólo en el aspecto de los personajes y en los decorados de las pantallas.
Así, todo cobraba sentido. Por eso mismo Ryu y Ken aparecían como dos capullos timadores de oficio, Blanka y Charlie eran la misma persona (sic), Honda era un reportero de televisión hawaiano y M. Bison (Balrog en la versión europea) quedaba posicionado en el bando de los buenos. Pero bueno, aquí en realidad habría que hacer un inciso. La serie de animación Street Fighter II-V era una verdadera obra maestra aunque no respetara ciertos puntos de la historia original; la serie poseía una serie de cualidades que podían hacer que perdonásemos tal incidente.  También podríamos hablar de otras adaptaciones de videojuegos, como Silent Hill (2006), por ejemplo, muy diferente al juego original, pero que como película de cine funciona perfectamente. El problema de Street fighter: la última batalla es que no funciona ni como adaptación, ni como película ni como nada. Sencillamente es un horror. El tipo de humor que se emplea en los diálogos es totalmente inadecuado. Las escenas de lucha, por mucho que estén coreografiadas por Benny Urquídez,  no son convincentes. La historia en sí está demasiada trillada. La música techno-dance-rap no pega ni con cola, etc, etc, etc.
En cuanto al cast, es cierto que Raul Julia fue un excelente actor, pero aún  no sé muy bien que pintaba interpretando al villano principal. Lo mismo que la mayor parte del reparto, actores y-o cantantes que en su oficio son más que competentes pero que no quedan convincentes como artistas marciales. Evidentemente Jean Claude Van Damme fue el único que se salvó de la quema, aquí dando vida a Guile, pero aunque su interpretación sea correcta y lance unas patadas como nadie, su intervención no ayuda en absoluto a salvar este hundimiento cinematográfico. Y es que, en realidad, Street fighter: la última batalla fue un largometraje que nació cadáver.        

1 El extenso artículo fue realizado por Pedro Conde y Eric Jalain con motivo del estreno de la película.


Puntuación: 1/10

2 comentarios:

  1. Gaaaaaaame Oveeer!!!! Una lastima que esta cosa fuera una de las ultimas de Raúl Juliá.

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  2. ROUND 2 FIIIGHT!!!!
    Pues sí Eric, una pena. Al menos, después de este desastre, Julia protagonizó "El ocaso" un telefilme muy interesante que me gustó mucho en su momento.

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