La fusión de las “artes marciales” con el “western” es una
suma que a lo largo de la historia del cine ha ido produciéndose con mayor o
menor acierto. Y la conexión no nos ha
de resultar en absoluta ajena, pues por todos
es sabido lo mucho que influenció Kurosawa en la obra de Leone, por ejemplo. O
que la Shaw co-produjo un título tan característico como El karate, el colt y el impostor
(1974). E incluso en películas mucho más modernas como Real Zombi Revolver (2004)
de Adrián Cardona aparecía un cowboy-samurái (interpretado por David Fernández).
Por eso no debe extrañar en absoluto que
la mayor estrella del cine de samuráis de todos los tiempos protagonizase al
menos un western en su carrera. Me refiero, claro, a este Sol Rojo del que hablamos
hoy. Sinopsis: el emperador del Japón
decide regalar al Presidente de los EE.UU. una espada de oro como consecuencia
de las buenas relaciones entre los norteamericanos y el país asiático. Para
hacerle llegar el regalo, envía a un grupo de samuráis custodiando la espada
con el fin de entregar en mano el valioso objeto. Pero un inconveniente se
cruza en su camino, el tren en el que viajaban los orientales es saqueado por
una banda de forajidos liderados por el Zurdo (Alain Delon), quienes roban la espada
de oro. Kuroda (Mifune), con la ayuda de
Stuart (Charles Bronson), bandido traicionado por el propio Zurdo, deberá cruzar el oeste americano hasta dar con
el villano y recuperar el valioso regalo.
Trepidante argumento para esta magnífica buddy-movie que contiene los habituales
ingredientes del subgénero (choque de ideas, unión de fuerzas, etc.), dirigido
por Terence Young (impulsor de las primeras películas protagonizadas por 007) e
interpretado por un impresionante reparto al que debemos añadir el excelente trío
de actrices compuesto por Ursula Andress
(quien además protagoniza un desnudo 100% gratuito y muy agradable de ver),
Capucine y nuestra bellísima Mónica Randall. La música de Maurice Jarre
redondea la jugada.
En cuanto a los momentos de acción, no me detendré en las
secuencias de explosiones y tiroteos
(que las hay, y muy buenas), pues prefiero apuntar los momentos en los que
Mifune se luce con la katana, cabalgando y luchando contra un grupo de indios
casi al final del film, o el obligatorio combate entre Bronson y el protagonista
de Trono
de sangre (1957), destacable más que por la espectacularidad de la
escena, por lo que ello representa hacia ambas culturas (además de ver a esas
dos leyendas cinematográficas juntas en un mismo plano).También es interesante que durante todo el metraje, el personaje de
Mifune recuerda lo importante que es para él el cumplir la misión (encontrar la
espada) pues de lo contrario su honor se verá herido, y no dudará en realizarse
el harakiri. Conceptos como este quizá hoy los hemos visto muchas veces en la
pantalla, pero a principios de los 70 puede que fuesen algo impactantes para el
espectador estándar.
Vista hoy, Sol Rojo es una estupenda película
que sin llegar a ser una obra maestra, sí que merecería mayor consideración que la que tiene en la actualidad.
Para terminar, mencionar que al tratarse de un western rodado en nuestras
tierras españolas, quizá se echen en falta las presencias de secundarios más
característicos, como Frank Braña, Víctor Israel o Aldo Sambrell, pero al menos
tenemos a Julio Peña (Pánico en el Transiberiano-1972) y podemos
deleitarnos con la ya mencionada Mónica
Randall, gran actriz que trabajó para Berlanga, Saura o Naschy y que aquí da
vida a la prostituta encargada de “amenizar” las noches de Toshiro Mifune.
Puntuación: 6/10
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