El relato, reiteradamente criticado y calificado por los seguidores más puristas de Kurosawa como excesivamente simple, nos cuenta la historia de Sugata Sanshiro (excelente Susumu Fujita) un joven impulsivo y problemático que desea aprender Jiu Jitsu pero las circunstancias le conducen a entrar en contacto con el mundo del Judo, quedando impresionado por su efectividad y ligado a él para siempre.
Lejos de ser el primer film de artes marciales, el valor que atesora esta maravillosa ópera prima es el claro planteamiento de un esquema argumental que se repetirá hasta la saciedad en el genero que nos ocupa, esto es, la relación maestro-alumno (constante en Kurosawa) y el enfrentamiento entre escuelas de disciplinas diferentes en este caso Jiu Jitsu vs Judo en el que se transparenta una más que posible lectura nacionalista si tenemos en cuenta el año de rodaje y el hecho de que el villano practicante de Jiu Jitsu, al cual se enfrenta Sugata, viste a diferencia del resto con ropas occidentales. En total desacuerdo con algunas criticas que definen el aspecto formal de la película como tosco( sin tener en cuenta alguna escena de combate resuelta de manera algo disparatada), considero que la gran variedad de recursos utilizados en esta, demuestra la inquietud e inconformismo del director sin minar por ello el sentido narrativo, el ritmo (perfecto) o el enfoque ultrahumano de la película. Obligatorio hacer mención del magistral combate final enmarcado en un entorno natural cargado de dramatismo y rebosante de poesía visual.
Recomendadísima para amantes del cine en general y absolutamente imprescindible para todos los que gozamos de las artes marciales y la cultura oriental.
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