Por todos es sabido que “Contacto
sangriento-Bloodsport” (1988) fue uno de los títulos más
importantes del género de las artes marciales de la década de los
ochenta. Colocó en el mapa a su protagonista, Van Damme, y desató
un interés por los torneos de lucha que generó la realización de
múltiples copias que trataron de saciar a los fans, algunas con
mayor fortuna que otras. Pero tuvieron que pasar casi diez años para
que llegara la secuela oficial del filme, “Bloodsport 2”, una
película hoy bastante olvidada que no obstante presenta algunas
virtudes interesantes.
La sinopsis podría resumirse del
siguiente modo: Alex Cardo es un ladrón experto en antigüedades y
habilidoso luchador que tras el robo truncado de una espada milenaria
propiedad del Sr. Leung acaba encarcelado en una prisión asiática.
Allí conocerá al Maestro Sun, un anciano sabio que le inculcará la
disciplina necesaria para convertirse en el mejor de los guerreros,
mostrándole nuevos movimientos como la conocida Mano de Hierro. Sun
también le contará a Alex la existencia del Kumite, el legendario y
clandestino torneo de artes marciales; en honor a su maestro, el
joven protagonista se inscribirá en él tras cumplir su condena con
el propósito de proclamarse campeón.
Aunque en un principio la idea de los
productores era realizar una continuación directa de la cinta
original contando nuevamente con Van Damme en el rol principal, se
tuvo que optar por un nuevo plan ante la imposibilidad de tener al
belga en el elenco por diferentes motivos (escaso presupuesto,
existencia de otros compromisos por parte del actor, etc.). De este
modo, se creó un nuevo personaje, Cardo, que llevó el rostro del
debutante Daniel Berhardt, modelo y luchador de origen suizo en
cierto modo similar físicamente a Van Damme y que por aquel entonces
quería introducirse en la industria cinematográfica. La tarea de
Bernhardt no fue fácil pero logró su cometido realizando una
interpretación diferente que se alejaba por completo del personaje
modelo y demostrando su buen hacer en el terreno de los combates. Por
lo demás, se trató de darle continuidad a la historia original
manteniendo la localización del Kumite y contando con el actor
Donald Gibb para que una vez más interpretase a Jackson, aquel
entrañable peleador con aspecto de motero. Se repiten otros
conceptos, claro -el alumno que quiere honrar a su mentor, el villano
de origen asiático...-, construyendo así un largometraje que se
balancea entre la secuela y el remake que si bien es cierto que en
ningún momento logra acercarse a su referencia en lo que a calidad
se refiere (las coreografías son menos espectaculares, los
personajes apenas poseen fondo) sería injusto condenarlo al
ostracismo fílmico pues en conjunto se trata de un trabajo atractivo
que no llega a insultar al primer “Bloodsport” al jugar
claramente en una liga diferente, inferior por supuesto, que sin
embargo consigue contentar a aquellos que deseen descubrir nuevas
aventuras entorno al ya mítico Kumite. Y como decimos, Bernhardt
mantiene el tipo y logra conducir el proyecto por buen camino.
Puntuación: 6/10
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