Conocida en determinados circuitos como
“la película en la que Chuck Norris se convierte en oso”, “El
guerrero del bosque” es un filme de carácter familiar que mezcla
de forma un tanto ingenua la aventura y la fantasía con ciertos
toques de artes marciales, justificando así la presencia en el
reparto del conocido karateka. Todo ello orquestado por el realizador
Aaron Norris, hermano del actor y responsable de obras tan
interesantes como “Hitman” (1991) o “Juntos para vencer”
(1992); no puede decirse lo mismo del título que nos ocupa, una
propuesta a todas luces menor en la filmografía de ambos que además
ayuda, de forma negativa, a ensuciar la imagen del protagonista de
“Golpe por golpe” (1981).
Un grupo de niños aficionados a las
acampadas en el bosque conocen gracias a un anciano cercano las
historias de McKenna (Chuck Norris), un guerrero que murió al tratar
de salvar a su pareja y que ahora, convertido en un espíritu
bondadoso, vela por la seguridad del terreno. Cuando un empresario
con actitudes de mafioso -interpretado por Terry Kiser, la estrella
de “Este muerto está muy vivo”(1989)- intente talar los arboles
para montar un centro comercial (o algo así) los críos y el
fantasma harán todo lo que esté en su poder para evitarlo. Si de
por sí la sinopsis suena horrible, habría que añadir que la cinta
presenta numerosos fallos de raccord, interpretaciones bastante
flojas, efectos especiales indignos y un ritmo pausado que invita al
aburrimiento. Un final feliz y diferentes conexiones con el cine
infantil más básico redondean una propuesta innecesaria en todo
momento.
Puntuación: 3/10
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