Estrenada en España con el título
“Holocausto Samurai”, la cinta que aquí reseñamos invitaba a
que el espectador pensase que se encontraba ante la odisea ultragore
de un tipo armado con una guitarra y una katana. Nada más lejos de
la realidad. Lo cierto es que en el debut como largometrajista de
Lance Mungia (años después director de “El Cuervo IV”) era un
pasatiempo más bien light, aburrido y sensiblero por momentos, en el
que se combinaban conceptos e ideas extraídas de diferentes fuentes
culturales: la cultura rock, “Mad Max”, “Shogun Assassin”,
“El Mariachi” o el cine de Kurosawa. Su argumento daba comienzo
en una era post-apocalíptica en la que un rockero llamado Buddy
tiene como objetivo llegar a la capital del rock ´n roll,
encontrándose en su camino con multitud de problemas y enemigos,
entre ellos la mismísima Muerte, encarnada bajo el rostro de un
adicto al heavy metal. A su lado, un niño sin nombre al que salvó
la vida tiempo atrás.
Película ya olvidada, incluso
enterrada, en su momento generó cierto culto tras su paso por
festivales como el de Sitges o Toronto. Ahora, muchos años después,
ha pasado a convertirse en una pieza freak, no tan divertida como
prometía, de la que podemos rescatar algunas secuencias de lucha, su
acertado soundtrack y el hecho de que sus responsables no olvidarán
en las referencias homenajear a personajes como Wolf Man Jack o
Alejandro Jodorowsky. Como anécdota, algunas reviews informan que el
hecho de que en el filme el rock y el heavy metal fuesen retratados
como el Bien y el Mal respectivamente fue algo no muy bien recibido
por determinadas tribus urbanas. El enfado es comprensible, en cierta
manera...
Puntuación: 3/10
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