miércoles, 9 de octubre de 2013

SOL ROJO (Soleil Rouge, 1971)




La fusión de las “artes marciales” con el “western” es una suma que a lo largo de la historia del cine ha ido produciéndose con mayor o menor acierto. Y  la conexión no nos ha de resultar en absoluta ajena, pues por  todos es sabido lo mucho que influenció Kurosawa en la obra de Leone, por ejemplo. O que la Shaw co-produjo un título tan característico como El karate, el colt y el impostor (1974). E incluso en películas mucho más modernas como Real Zombi Revolver (2004) de Adrián Cardona aparecía un cowboy-samurái (interpretado por David Fernández).  Por eso no debe extrañar en absoluto que la mayor estrella del cine de samuráis de todos los tiempos protagonizase al menos un western en su carrera. Me refiero, claro, a este Sol Rojo del que hablamos hoy.  Sinopsis: el emperador del Japón decide regalar al Presidente de los EE.UU. una espada de oro como consecuencia de las buenas relaciones entre los norteamericanos y el país asiático. Para hacerle llegar el regalo, envía a un grupo de samuráis custodiando la espada con el fin de entregar en mano el valioso objeto. Pero un inconveniente se cruza en su camino, el tren en el que viajaban los orientales es saqueado por una banda de forajidos liderados por el Zurdo (Alain Delon), quienes roban la espada de oro. Kuroda (Mifune), con la ayuda de  Stuart (Charles Bronson), bandido traicionado por el propio Zurdo,  deberá cruzar el oeste americano hasta dar con el villano y recuperar el valioso regalo.   
Trepidante argumento para esta magnífica buddy-movie que contiene los habituales ingredientes del subgénero (choque de ideas, unión de fuerzas, etc.), dirigido por Terence Young (impulsor de las primeras películas protagonizadas por 007) e interpretado por un impresionante reparto al que debemos añadir el excelente trío de actrices compuesto por  Ursula Andress (quien además protagoniza un desnudo 100% gratuito y muy agradable de ver), Capucine y nuestra bellísima Mónica Randall. La música de Maurice Jarre redondea la jugada.
En cuanto a los momentos de acción, no me detendré en las secuencias  de explosiones y tiroteos (que las hay, y muy buenas), pues prefiero apuntar los momentos en los que Mifune se luce con la katana, cabalgando y luchando contra un grupo de indios casi al final del film, o el obligatorio combate entre Bronson y el protagonista de Trono de sangre (1957), destacable más que por la espectacularidad de la escena, por lo que ello representa hacia ambas culturas (además de ver a esas dos leyendas cinematográficas juntas en un mismo plano).También es interesante que  durante todo el metraje, el personaje de Mifune recuerda lo importante que es para él el cumplir la misión (encontrar la espada) pues de lo contrario su honor se verá herido, y no dudará en realizarse el harakiri. Conceptos como este quizá hoy los hemos visto muchas veces en la pantalla, pero a principios de los 70 puede que fuesen algo impactantes para el espectador estándar.
Vista hoy, Sol Rojo es una estupenda película que sin llegar a ser una obra maestra, sí que merecería  mayor consideración que la que tiene en la actualidad. Para terminar, mencionar que al tratarse de un western rodado en nuestras tierras españolas, quizá se echen en falta las presencias de secundarios más característicos, como Frank Braña, Víctor Israel o Aldo Sambrell, pero al menos tenemos a Julio Peña (Pánico en el Transiberiano-1972) y podemos deleitarnos con la ya mencionada  Mónica Randall, gran actriz que trabajó para Berlanga, Saura o Naschy y que aquí da vida a la prostituta encargada de “amenizar” las noches de Toshiro Mifune.      

Puntuación: 6/10

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