Michael Dudikoff es una de esas estrellas del cine de acción
de videoclub que siempre me ha gustado. Por lo general, si tengo a mi alcance
una cinta que él protagoniza, intento no perdérmela, llevándome a veces
desilusiones, claro está. Y aunque a lo largo de su carrera interviniese en
importantes películas de artes marciales (la saga El guerrero americano,
por ejemplo) lo cierto es que, según se ha comentado siempre, Dudikoff era un
negado a la hora de pelear frente a las cámaras (usando dobles y todo lo que
conlleva) y, en realidad, él siempre quiso hacer otro tipo de papeles. De hecho,
me gusta recordar sus inicios interviniendo como secundario en cintas tan ajenas
al género como Despedida de soltero (1984) o Cumpleaños sangriento (1981),
por citar dos que me agradan. Luego llegó su contrato como protagonista con la
Cannon y no se le volvió a ver en otros géneros ajenos a los porrazos, salvo
contadísimas excepciones… como En su propia defensa. El que yo
quiera dedicar un post a una película en
la que no hay ni una sola patada se debe a que me hace gracia que todos (me
incluyo) relacionemos a Dudikoff con el género de acción (y con las artes marciales
por expansión) cuando en realidad se nota que el actor se siente mejor
realizando films de otro tipo. En En su propia defensa (dirigida por
el todoterreno Sidney J. Furie, responsable de Superman IV -1987 entre
muchas otras) le vemos compartiendo protagonismo con la oscarizada actriz
Marlee Matlin en una trama de juicios y trapos sucios en la que Dudikoff
interpreta (y no tan mal, dicho sea de paso) a un abogado que se ve envuelto en
una caso de asesinato. Todo un reto interpretativo para el actor que se ve
obligado a demostrar a sus detractores que también es capaz de trabajar en la
pantalla sin “pelear cuerpo a cuerpo”. Evidentemente no lo logró, la película
fue tratada como un telefilme de segunda, cayendo prácticamente en el olvido. Lástima, porque dentro de sus coordenadas no está
tan mal y puede verse sin complicaciones para pasar la tarde. Eso sí, parece
que Dudikoff quisiera hacerle un guiño a sus fans, dando vida a un abogado con
gafas y toga, sí, pero que en su tiempo libre cultiva su cuerpo, apareciendo en
varias escenas entrenando en un gimnasio, practicando con un compañero o
dándole a un saco de boxeo. Y es que,
tampoco iba a alejarse tanto del “mini-mito” que había creado con la Cannon…aunque
intuyo que fuese a su pesar.
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