Reconozco que cuando comencé a ver esta película pensé que
la odiaría con todas mis fuerzas. Me dijeron que era buena y por eso me animé a
verla, pero jamás imaginé que se iniciaría con una escena QUE PLAGIA DESCARADAMENTE a la excelente Shogun
assassin (1980), con Jet Li recogiendo a su bebé y haciéndole elegir
entre un juguete o una espada para decidir cuál será su camino. Sin embargo,
pasados esos diez minutos iniciales, la película, dirigida por Wong Jing, se
convierte en una divertida aventurilla de padre e hijo en busca de correrías
por el mundo, que en nada más se parece al clásico japonés (o deberíamos decir ¿americano?).
Cierto es que el film no ofrece prácticamente nada que no hayamos
visto mil veces antes, pero sin embargo, ver a Li interpretando papeles de época
y todo lo que ello conlleva debe ser excusa más que suficiente para enfrentarse
a un visionado. Las coreografías de Corey Yuen nunca fallan, la introducción en
la trama de elementos sobrenaturales no desentonan
en absoluto, las escenas en las que la pandilla de críos practican kung fu son bastante buenas (y eso que yo no soy mucho de los Kung Fu Kids y sagas similares) y
ese villano semi-quemado conduciendo una especie de troncomovil con el que
asustar a sus víctimas es impagable. En
fin, La
leyenda del Dragón Rojo no pasará a la historia, pero tampoco
defraudará a aquellos completistas con ganas de acción. Recomendable
Puntuación:
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