Que La justicia del ninja sea
un indiscutible clásico de la factoría Cannon (dirigido además por
su exponente Menahem Golan) es un hecho que no le podemos negar a
nadie. Creó cierta escuela, incluso. Pero aunque sea “de culto”
reconozcamos que, visto hoy, es un film bastante flojo. Y es que,
aunque Franco Nero sea un excelente actor (lo es, sin duda), de artes
marciales no tenia ni la más remota idea cuando protagonizó esta
película...basta ver la secuencia de entrenamiento con los
nunchakus... Quien sí sabia, o al menos lo aparentaba mucho mejor
frente a la cámara era Sho Kosugi, villano de la función que
arrancó aquí su carrera en el cine de ninjas interviniendo en
decenas de propuestas posteriores, algunas de ellas vendidas como
pseudo-secuelas de éste film en cuestión.
Con coreografías un tanto pobres (aún
siendo realizadas por un entendido como Mike Stone), la película
narra la historia de Cole (Nero), que tras una especie de cursillo
acelerado se convierte en un ninja blanco ante las ojos negativos de
algunos de su compañeros, quienes no ven bien que en el ninjutsu un
italiano reciba el mismo trato que un oriental. Días después, Cole
visita a unos amigos que residen un Filipinas, dueños de una granja
y asediados por los gangsters de la zona. Cole ayudará a sus
compañeros, pero el mafioso-jefe (interpretado por Christopher
George, visto en films de Fulci y JP Simón) contrata los servicios
de Hasegawa (Kosugi), un ninja compañero de promoción de Cole.
Entendámonos, La justicia del
ninja (Enter the ninja
en V.O.) hay que verla, es imprescindible
para comprender ese tipo de cine que vino después. No es que aburra
ni produzca vergüenza ajena, sencillamente es algo pobre en general
y el trabajo de los stunts canta demasiado. Y no criticaré el guión
porque en este tipo de propuestas es lo de menos. Lo dicho, un
clásico a su modo.
Puntuación: 6/10
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