viernes, 24 de febrero de 2017

CLEMENTINE (2004)


Bajo un estratégico disfraz que hace parecer que nos hallamos ante un contundente filme de artes marciales, lo cierto es que “Clementine” es un insoportable drama lacrimógeno con niño (niña en este caso) sobre un padre viudo con problemas alcohólicos en cuya vida vuelve a entrar, de manera casi casual, su esposa supuestamente fallecida. Eso sí, el protagonista es un experto en tawkwondo reconvertido en policía que se gana un dinero extra participando en peleas clandestinas. Cuando su hija es secuestrada por unos mafiosos se verá obligado a pelear contra un aikidoka norteamericano con el rostro de Steven Seagal.

Aunque las peleas que aparecen en pantalla están bien ejecutadas, lo cierto es que no compensan al tratarse de tres o cuatro momentos casi aislados, pues el verdadero peso de la trama recae en la problemática relación padre e hija así como en los diferentes conflictos que ésta desemboca (custodia materna, horario laboral, dinero...), tratados de manera errática por el cineasta Kim Du-Yeng, cayendo en el ridículo en más de una ocasión (situaciones inverosímiles, diálogos absurdos, etc.). Ni siquiera la trama gangsteril consigue atrapar al espectador, pues presenta unas circunstancias mil veces vistas ya, carentes de cualquier aire de suspense que en un principio podría generar. Con todo, la presencia de Seagal, así como su destreza a la hora de combatir frente a las cámaras, acaba por convertirse en lo mejor de la película, aunque tal vez debamos hablar más bien de un cameo alargado que de un personaje con cierto peso en el argumento (aparece únicamente en tres escenas, y una de ellas es en un combate que retransmite un televisor).

Filmada en Corea a mediados de la década del 2000, “Clementine” no puede incluirse, bajo ninguna manera, entre las joyas que el país asiático nos regaló durante idéntica temporada, véanse “Memories of murder” (2003) o “Dos hermanas” (2003), por citar dos títulos.

Puntuación: 2/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario