Producto típico del mercado videoclubero de los años 90, Recoil es una de esas
películas pequeñas, que aunque posean innumerables fallos (cables que se ven,
dobles de acción cuyo cuerpo no concuerdan con el del protagonista, etc.) es
entretenida y hace que lo pasemos bien durante su escasa duración. Además,
protagoniza Gary Daniels, lo cual para mí es un aliciente, pues, a pesar de que
a veces ponga en sus actuaciones unos caretos de lo más extraños, sus
habilidades marciales ante la cámara y su soltura en las secuencias de acción son
más que correctas, y además interpreta a sus personajes lo suficientemente bien
(dentro de los cánones, por supuesto) como para que empaticemos de sobra con
él.
En Recoil, Ray Morgan (Daniels) es un
buen policía, religioso y de gran corazón, que en el transcurso de un atraco
mata, junto a sus compañeros, al hijo del padrino mafioso de la ciudad. Desde
ese momento se convierte en un diana humana, al vez que verá como sus
compañeros e incluso su familia van cayendo uno a uno. Y tal y como anuncia el tagline de la edición española, cuando no queda nada que perder,
la venganza es una liberación.
Llena de tiroteos y espectaculares secuencias de
persecuciones automovilísticas (es genial la del inicio, en que varios coches
van tras un motorista), con una envidiable falta de pretensiones el director
Art Camacho (especializado en cine de acción, ha trabajado con Lorenzo lamas,
Steven Seagal, Don “The Dragon” Wilson, Frank Zagarino, Bill Goldberg y un
largo etcétera) construye una película modesta, de buen ritmo y que no provoca
esa vergüenza ajena que desgraciadamente producen otros productos similares. Y
aunque las secuencias de lucha no lleguen hasta la hora final de la película,
merecen ser destacadas, pues Daniels posee una muy buena elasticidad, que no
concuerda con el su musculoso físico. En otras palabras, da gusto verle sacudir
mamporros y patadas contra los gangsters, pues, en realidad, por él y por nadie
más decidimos ver esta película.
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