Dirigida
por el británico Gareth Evans, The Raid fue una de
aquellas películas importantes que marcaron una temporada tras su
paso por prestigiosos festivales como los de Sundance, Sitges o
Toronto. Tras sus diferentes proyecciones la cinta de origen
indonesio logró convertirse en objeto de culto generando multitud de
fans por todo el mundo, convirtiendo en estrellas del género a sus
protagonistas Iko Uwais y Yayan Ruhian, que ya habían logrado cierto
éxito en su anterior colaboración con Evans, Merantau (2009).
Brutal combinación de tiroteos y artes
marciales con influencias reconocidas en el cine de John Woo y John
Carpenter, The Raid es puro espectáculo visual cuya idea base
-un grupo de fuerzas especiales irrumpe en un edificio habitado por
los más peligrosos criminales de Yakarta- sirve de excusa para
ofrecer un recital de golpes, acrobacias, gore y demás efectos
especiales perfectamente orquestados por Evans y su equipo,
encuadrado todo en un escueto metraje de hora y media en el que todo
va ultra-rápido. No sobra nada, todo está colocado en su sitio, y
aunque los personajes estén llenos de clichés (el héroe con la
esposa embarazada, el hermano mafioso, el jefe traidor...) no
entorpecen al conjunto de la película. Seamos francos, no es el
guion lo que debe llamarnos la atención de la película, es mejor
dejarse llevar por la acción y disfrutar de las coreografías y los
tiroteos. Pero, eso sí, al conytrario de lo que solemos encontrar en
la mayoría de las producciones hollywoodienses, en The
raid la acción es directa, perfectamente ejecutada, sin momentos
muertos ni tiempo para el absurdo. Como debe ser.
Su éxito generó una segunda entrega
confeccionada por (casi) idéntico equipo, diferente en algunos
conceptos en cuanto a narración e intencionalidad, pero con
resultados en todo caso interesantes.
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